2. DAR A MI MISIÓN LA MÁXIMA PRIORIDAD.
Muchas veces le damos prioridades a otras cosas como mencionamos antes, cumplir sueños, conseguir cosas materiales, conseguir dinero, obtener ciertos logros, etc.
Jonás 3:1-2 Nínive se arrepiente
Vino palabra de Jehová por segunda vez a Jonás, diciendo: 2 Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y proclama en ella el mensaje que yo te diré.
Jonas dejó de pensar en él, dejó de ser egoísta, y entendió que Dios lo tenía como instrumento y que debía obedecer.
Ahora bien, quizás este no sea su caso, pero lo que sí está claro es que Dios te encomendó a ti también una misión, Dios te trajo a este mundo para algo, ¿Ya sabes para que?
2 Corintios 6:1
Así, pues, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios.
Dios nos da una gracia y eso no puede ser en vano. A veces nosotros pensamos que nuestro propósito es buscar a Dios, es asistir a una iglesia, y que ya es suficiente con eso, el propósito de Dios para nuestra vida es más que asistir a una iglesia, el propósito de Dios es que seamos iglesia.
Que con nuestra vida cumplamos con la función de una iglesia, que es ser luz en medio de la oscuridad, es ser la sal de la tierra, es servir, es adorar y alabar, es llevar la salvación y el amor de Dios a los perdidos.