Predicación: LA LEY DE CRISTO

Gálatas 6:1-2: «Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. 2 Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.»

En la versión de la Biblia TLA el versículo 2 dice: “Cuando tengan dificultades, ayúdense unos a otros. Ésa es la manera de obedecer la ley de Cristo.”
Las palabras “La ley de Cristo” también las usa el apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios:

1 Corintios 9:21 a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley.

¿Qué es la Ley de Cristo?

La ley de Cristo no está definida en ninguno de los dos pasajes. Generalmente, los estudiosos de la Biblia están de acuerdo en que la ley de Cristo se compone de los mandamientos básicos que Jesús citó en Mateo 22:37-40

Mateo 22:37-40 Jesús le dijo:

Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. 38 Este es el primero y grande mandamiento. 39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40 De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.

Vivimos en un mundo donde las palabras pueden ser fácilmente malinterpretadas y la verdad distorsionada. La Ley de Cristo nos llama a vivir de manera auténtica y a reflejar el amor de Dios en nuestras vidas. Es esencial que entendamos lo que significa esta ley, no sólo como un conjunto de reglas, sino como un mandato que debe transformar nuestra relación con Dios y con los demás.

1. AMAR A DIOS CON TODO NUESTRO CORAZÓN

Amar a Dios sobre todas las cosas implica entregarle nuestro corazón completamente. Esto significa vivir para Él y hacer su voluntad en todas las áreas de nuestra vida. A menudo, creemos que cumplir con este mandamiento se limita a actividades como asistir a la iglesia o leer la Biblia de vez en cuando. Sin embargo, la verdadera expresión de amor a Dios va mucho más allá. Debemos examinar si estamos rindiendo todas las áreas de nuestra vida a su voluntad. ¿Amamos a Dios con todo nuestro corazón? ¿Es siempre Dios lo primero en mi vida?

2. AMAR A DIOS CON TODA NUESTRA ALMA

Amar a Dios con nuestra alma se relaciona con nuestras emociones y sentimientos. Esto significa que nuestras pasiones y deseos deben estar alineados con su voluntad. Si nuestros sentimientos y emociones están guiando nuestras decisiones, necesitamos rendir nuestra alma al Señor y permitir que su amor transforme nuestra forma de pensar y sentir.
Este punto nos lleva a analizar si todo lo que sentimos en nuestras emociones es agradable delante de los ojos de Dios. (Enojo, falta de perdón, ira, resentimiento, deseos carnales, etc)

3. AMAR A DIOS CON TODA NUESTRA MENTE

La mente es el campo de batalla donde se luchan muchas de nuestras decisiones. Amar a Dios con nuestra mente implica llenar nuestros pensamientos de su verdad y permitir que su Palabra influya en nuestras acciones. Debemos asegurarnos de invertir nuestro tiempo en cosas que edifiquen nuestra fe y nos acerquen a Él.

Marcos 12:30 añade un cuarto elemento: «Fuerzas»

4. AMAR A DIOS CON TODAS NUESTRAS FUERZAS

Este punto se refiere al esfuerzo y la dedicación que invertimos en nuestra relación con Dios. Amar a Dios con nuestras fuerzas implica un compromiso activo para vivir de acuerdo a su voluntad, lo cual puede incluir el servicio a otros y el cumplimiento de nuestra misión como cristianos.

5. AMAR AL PRÓJIMO COMO A UNO MISMO

Mateo 22:39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo

El segundo mandamiento se eleva a un nivel significativo: amar al prójimo como a uno mismo. Este amor no es solo un sentimiento, sino que debe manifestarse en acciones concretas. Significa actuar con compasión y respeto hacia los demás, incluso hacia aquellos que son difíciles de amar. La verdadera esencia del amor de Dios se refleja cuando nos damos a los demás sin esperar nada a cambio.

AMAR AL PRÓJIMO Y NO DE CUALQUIER MANERA, SINO COMO A TI MISMO.

Jesús mismo dijo: «No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplirla” Cristo amó a los demás, Cristo se dio así mismo. Cuando dejemos de pensar en nosotros y nos demos a nosotros mismos, entonces nos parecemos más a Cristo.

Amar al prójimo implica no solo tener afecto a las personas que nos rodean, sino también actuar con compasión, respeto y empatía hacia los demás, tal como quisiéramos que nos traten. Jesús nos enseña que este amor debe ser incondicional, extendiéndose incluso a quienes nos ofenden o nos resultan difíciles de amar. (TAREA DIFÍCIL).
Este amor se manifiesta en acciones concretas, como perdonar, ayudar al necesitado y buscar el bienestar del otro sin esperar nada a cambio. De esta manera, reflejamos el amor de Dios en nuestras vidas, promoviendo la unidad, la paz y la justicia en nuestras relaciones y comunidades.

Lamentablemente muchas personas viven un cristianismo a medias, donde solo aplican el primer gran mandamiento (amar a Dios), sin embargo, según lo que Jesús nos enseña este amor es un amor teórico y de nada nos sirve, porque si decimos amar a Dios con todo nuestro corazón pero no amamos al prójimo entonces nos falta media tarea.
Cuando aprendemos a amar verdaderamente a Dios sobre todas las cosas, aún por encima de las nuestras, cuando lo amamos con todo nuestro corazón, con toda nuestra mente, y con todas nuestras fuerzas entonces estaremos capacitados para vivir la segunda parte que es amar al prójimo.

CONCLUSIÓN

La Ley de Cristo nos desafía a vivir de manera auténtica y a amar a Dios y a nuestro prójimo en todos los aspectos de nuestra vida. Si realmente amamos a Dios con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerzas, estaremos capacitados para amar a los demás como a nosotros mismos. Al recibir la gracia, la palabra y las bendiciones de Dios, también debemos compartirlas. Debemos recordar que el amor de Cristo nos llama a actuar y vivir de manera que otros también puedan conocer Su amor a través de nosotros. ¡Que nuestra vida refleje la verdadera ley de Cristo!

Nos falta aprender mucho de Cristo, o de la ley de Cristo. De lo que Dios quiere para nosotros, y no solo para nosotros, sino que a través de nosotros pueda llegar a otros.

PREDICACION LA LEY DE CRISTO.