Predica Cristiana: Aprende a PERDONAR

Predicas escritas: APRENDE A PERDONAR

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Tema cristiano: «FORGIVE / PERDONA»

«LIBRES PARA PERDONAR». Aprender a perdonar Tema cristiano para jóvenes, esperamos que sea de bendición este material para el ministerio de jóvenes.

“Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego. Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.” Mateo 5:22-24

Cuando vivimos la reconciliación con Dios y con nosotros mismos como hijos y siervos de él, los primeros en percibirlo son las personas con las que convivimos: nuestros padres, hermanos, abuelos, etc., lo notarán porque nos verán sensibles en nuestras relaciones, dispuestos a perdonar y pedir perdón cada vez que sea necesario, pues tendremos temor de Dios, de no poder disfrutar todas las bendiciones que vienen a través de nuestros seres queridos.

El perdón, clave de la reconciliación

El Psicólogo cristiano Archibalt Hart, define el perdón como «El acto de renunciar al derecho de cobrar el desquite». Cuando perdonamos, renunciamos a la venganza, y aunque recordemos el agravio, nos habremos librado del poder que ese agravio tenía sobre nosotros. Perdonar viene del hebreo «salach» y significa absolver a alguien, liberar a alguien de la carga de su ofensa.

Existen personas empeñadas en negar la posibilidad del perdón, indicando que hay ofensas que no tienen lugar a ser perdonadas debido a la dimensión del daño causado, pero recordemos un hecho incomparable en la historia de la humanidad: la crucifixión de Jesucristo. Si existe alguna situación en la que alguien pudiera negarse a perdonar sería ésta, pero Jesucristo agonizando en medio de un sufrimiento incomparable, intercede ante su Padre por aquellos ofensores diciéndole «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lucas 23:34).
Esa expresión inolvidable es el máximo ejemplo de perdón que tenemos los seres humanos para mirar e imitar.

La reconciliación familiar (Efesios 4:26)

«Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo»

Aquellos que tienen el mayor poder para herirnos son las personas que más cerca tenemos y a quienes más amamos. Las heridas más dolorosas son las que se dan en el seno de la familia. La mayoría de las veces estas heridas no son intencionales, pues casi nunca nos percatamos del efecto de nuestras palabras, actos, omisiones y negligencias en la vida de nuestros seres queridos.

La juventud necesita reconciliarse con sus padres

Si hay una relación resquebrajada en la actualidad es la de los hijos con los padres, se ha perdido el respeto y la honra que Dios, como primer mandamiento, nos demanda como hijos (Éxodo 20:12).
Muchas veces nos encontramos estancados, las cosas nos salen mal y no comprendemos la razón de tal situación. Se hace necesario revisar nuestro comportamiento y nuestras actitudes hacia nuestros padres, porque podemos no estar cumpliendo lo ordenado por Dios en su Palabra, siendo esto la causa de nuestro estancamiento.

Nuestros padres merecen honra

En las relaciones con nuestros padres podemos asumir actitudes equivocadas que abiertamente no indican que les estemos fallando.
Por ejemplo: muchos de nosotros tenemos detalles grandiosos y costosos con nuestros amigos, pero a nuestros padres le regalamos aquellas cosas que nosotros ya no usamos o les damos lo que nos sobra. !Cuidado! Porque de esta forma podemos estar actuando con Dios, ofreciéndole el tiempo que nos sobra, o sólo dedicando tiempo para él, por cumplir, o por calmar nuestra conciencia, en lugar de recibir, como en el caso de nuestros padres, la honra que le corresponde por ser el dador de la vida y de todo bien que poseemos.

No hay excusa para la deshonra

Deshonramos a nuestros padres cuando denigramos de ellos o son objeto de nuestra burla, justificando nuestra mala actitud con cualquier atropello por parte de ellos; Pero lo que Dios ordena es muy claro y no hay excusa posible para hacerlo. Algunos hasta podrán pensar que Dios se equivocó, porque:
¿cómo se puede perdonar a un padre que viola sexualmente a su propia hija o hijo?
¿o perdonar a un padre que maltrata a su madre?
¿el caso de una madre que propicia que sus hijos se convirtieran en delincuentes para pagar sus vicios?.

Pero esta fue la forma que Dios dispuso para bendecirnos y prosperarnos:
Honrarlos, perdonarlos, sin juzgarlos, y esto solo se logra por la acción restauradora del Espíritu Santo.

La reconciliación entre hermanos (MATEO 5:23-24)

Es muy común ver hoy la indiferencia, distancia y rencillas entre hermanos de la misma sangre, que han nacido y sido criados por los mismos padres pero que en muchas ocasiones parecen desconocidos y ha llegado a hacerse daño de magnitudes terribles (Caín y Abel).

Dios comprende que se presenten diferencias entre hermanos; pero no que nos presentemos ante él después de enojarnos con nuestro hermano como si nada hubiera pasado.
La biblia nos exhorta a tomar siempre la iniciativa cuando se trata de restaurar la relación con un hermano.
Nos exhorta permanentemente al amor y mucho más cuando se trata de ese compañero de vida que Dios nos ha dado para compartir, aprender, amar y junto con el honrar y bendecir a los padres que nos han sido dados por Dios.

Aplicación:

Reconciliarnos con nuestro prójimo más cercano demuestra la reconciliación que ya tuvimos con Dios y con nosotros mismos. Es entender y vivir el ministerio que por nuestro Señor Jesucristo nos fue dado. Necesitamos re-programar nuestro corazón con el amor restaurador que produce el perdón y nos lleva a experimentar una verdadera reconciliación.

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